La casa de vecinos
«…estar juntos y hablar de lo que sea…» (Archivo: Paco Román) Las construcciones modernas van haciendo desaparecer la antigua casa de vecinos, típica de Córdoba. Hace treinta años la veíamos en todas las calles, hoy la encontramos solamente en los barrios bajos de la población. No es un edificio dividido en departamentos aislados, con poca luz y menos ventilación, como la de las grandes poblaciones; es un viejo caserón, bañado constantemente por el sol y perfumado por las brisas de la tierra, donde se vive en familia, a semejanza de los pueblos primitivos, sin duda más felices que nosotros. Porque todos los moradores de cada una de esas casas constituyen una verdadera familia, heterogénea y numerosa, unida por los vínculos de afecto. Cada vecino siente como propias las penas y las alegrías de los demás: les consuela en el infortunio y participa de sus goces. ¿Hay un enfermo? Pues todos se aprestan a asistirle, a cuidarle con esmero, con cariño, quitándose gustosos las horas de descans