UN HIDALGO
(Las raíces de España)
Es en 1518, en 1519, en 1521, o en 1522. Este hidalgo vive en Toledo; el autor desconocido de El lazarillo de Tormes ha contado su vida. La casa es grande, ancha; tiene un zaguán un poco obscuro, empedrado de guijos menuditos; sobre la puerta de la calle hay un enorme escudo de piedra; el balcón es espacioso, con barrotes trabajados a forja; y allá dentro del edificio, a mano izquierda, después de pasar por una vasta sala que tiene una puertecilla en el fondo, se ve un patizuelo claro, limpio, embaldosado con grandes losas, entre cuyas junturas crece la hierba. Y no hay en toda la casa ni tapices, ni sillas, ni bancos, ni armas, ni cornucopias, ni cuadros, ni mesas, ni cortinajes. Y no hay tampoco ̶ y esto es lo grave ̶ ni pucheros, ni cazuelas, ni sartenes, ni platos, ni vasos, ni jarros, ni cuchillos, ni tenedores. Pero este hidalgo vive feliz; en realidad, la vida no es más que la representación que tenemos de ella. En la sala grande que encontramos a la derecha, conforme entramos, aparece un cañizo con una manta: esta es la cama. En el patio, colocado en uno de sus ángulos, vemos un cántaro lleno de agua; estas son las provisiones. En la casa reina un profundo silencio; la calle es estrecha, tortuosa. Se percibe el rumor rítmico, imperceptible, tenue, que hacen con sus tornos unas hilanderas de algodón que viven al lado ̶ estos tornos simpáticos que vosotros habréis visto en el cuadro de Velásquez ̶ ; de cuando en cuando se oye una canción, tal vez un romance vetusto ̶ como estos que cantan los pelaires de Segovia en la novela El donado hablador ̶ , o bien, de tarde en tarde, rasga el aire el sol cristalino de una campana…
Azorín (1945) Trasuntos de España. España: Espasa – Calpe Argentina S.A.
Foto: naturalezasitiosygentes.blogspot.com/
Es en 1518, en 1519, en 1521, o en 1522. Este hidalgo vive en Toledo; el autor desconocido de El lazarillo de Tormes ha contado su vida. La casa es grande, ancha; tiene un zaguán un poco obscuro, empedrado de guijos menuditos; sobre la puerta de la calle hay un enorme escudo de piedra; el balcón es espacioso, con barrotes trabajados a forja; y allá dentro del edificio, a mano izquierda, después de pasar por una vasta sala que tiene una puertecilla en el fondo, se ve un patizuelo claro, limpio, embaldosado con grandes losas, entre cuyas junturas crece la hierba. Y no hay en toda la casa ni tapices, ni sillas, ni bancos, ni armas, ni cornucopias, ni cuadros, ni mesas, ni cortinajes. Y no hay tampoco ̶ y esto es lo grave ̶ ni pucheros, ni cazuelas, ni sartenes, ni platos, ni vasos, ni jarros, ni cuchillos, ni tenedores. Pero este hidalgo vive feliz; en realidad, la vida no es más que la representación que tenemos de ella. En la sala grande que encontramos a la derecha, conforme entramos, aparece un cañizo con una manta: esta es la cama. En el patio, colocado en uno de sus ángulos, vemos un cántaro lleno de agua; estas son las provisiones. En la casa reina un profundo silencio; la calle es estrecha, tortuosa. Se percibe el rumor rítmico, imperceptible, tenue, que hacen con sus tornos unas hilanderas de algodón que viven al lado ̶ estos tornos simpáticos que vosotros habréis visto en el cuadro de Velásquez ̶ ; de cuando en cuando se oye una canción, tal vez un romance vetusto ̶ como estos que cantan los pelaires de Segovia en la novela El donado hablador ̶ , o bien, de tarde en tarde, rasga el aire el sol cristalino de una campana…
Azorín (1945) Trasuntos de España. España: Espasa – Calpe Argentina S.A.
Foto: naturalezasitiosygentes.blogspot.com/
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