Lo fatal

Lo primero que se encuentra al entrar en la casa ̶ lo ha contado el autor desconocido del Lazarillo ̶ es un patizuelo empedrado de menudos y blancos guijos. Las paredes son blancas, encaladas. Al fondo hay una puertecilla. Franqueada: veréis una ancha pieza con las paredes también blancas y desnudas. Ni tapices, ni armarios, ni mesas, ni sillas. Nada; todo está desnudo, blanco y desierto. Allá arriba, en las anchas cámaras, no se ven tampoco muebles; las ventanas están siempre cerradas; nadie pone los pies en aquellas estancias; por las hendiduras y rendijas de las maderas ̶ ya carcomidas y alabeadas ̶ entran sutilísimos hilillos de claridad vivísimas que marcan, en las horas del sol, unas franjas luminosas sobre el pavimento de ladrillos rojizos. Cerradas están, asimismo, en lo más alto de la casa, las ventanas del sobrado. Un patinillo, en que crecen hierbajos verdes entre las junturas de las losas, se abre en el centro de la casa. Por la mañana, a mediodía y al ocaso, resuenan leves pisadas en las estancias del piso bajo. Hablan un hidalgo y un mozuelo. El hidalgo se halla sentado en un poyo del patio; el mozuelo, frente a él, va comiendo unos mendrugos de pan que ha sacado del seno. Tanta es la avidez con que el rapaz yanta, que el hidalgo sonríe y le pregunta si tan sabroso, tan exquisito es el pan que come. Asegura el muchacho que de veras tales mendrugos son excelentes, y entonces el hidalgo, sonriendo como por broma ̶ mientras hay una inenarrable amargura allá en los más íntimo de su ser ̶ le toma un mendrugo al muchachillo y comienza a comer. (...)

Azorín (1945) Trasuntos de España. España: Espasa – Calpe Argentina S.A.



Foto: https://naturalezasitiosygentes.blogspot.com/2015/08/zaguan-sanjuan-casapuerta.html

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